sábado, 2 de enero de 2010

presentACIÓN

Abiertas, grandes, silenciosas,
tímidas, a carcajajajajadas
, interiores, por sorpresa, forzadas, sonoras,

tiernas, musicales, expresivas, pegadizas, con nata, exageradas, secas, muy curvas, blancas, gratuitas
cortitas, desde el corazón,




Deisy nos regaló una noche inolvidable por Guatemala, que delicia de niña.- Abril de 2008

profundas, de presentación, de despedida, de nostalgia, espontánea, relajada,

por recuerdos, de oreja a oreja, por teléfono, de agradecimiento, inolvidables, contagiosas, provocadoras, con invitación, con complicidad, que enamoran, que sonrojan, atrevidas, de bienvenida, vergonzosas, con compasión, soñadoras, tensas, cariñosas, fumadoras, inocentes, incomprendidas,
con mensajes, desconocidas, seductoras, incondicionales, irónicas, con arrugas, que acarician, parlanchinas, humildes, naturales, auténticas, sencillas, soberbias, eufóricas, con cosquilleo-hormigueo en el estómago, en el corazón, eróticas, curiosas, positivas, familiares, dulces, desdentadas, melosas

maduras, dubitativas, RISUEÑAS, atontadas, dulces, descaradas,
revitalizantes, que abrazan, tranquilizadoras
, palentinas,
vibrantes, con brillo y hacen brillar, livianas, espontáneas, FÁCILES,
tentadoras,
sutiles, eternas, siempre eternas.


Los primeros viajes fueron tipical-occidental-consume-destinos: ver el mayor número de lugares, experiencias, circuitos en el menor tiempo posible.

Reproducción del ritmo de vida de un país “desarrollado” en el lugar de destino al cual llamamos vacaciones. Ese ritmo se fue parando.

Comenzaban a llenarme otras vivencias mientras viajaba. Comenzaba a tener sensaciones extrañas de bienestar. Eran provocadas por escenas, situaciones, experiencias muy sencillas, de la vida cotidiana. Mi mente estaba confundida, y me lanzaba sus últimos órdagos con mensajes como: “mira que venir hasta aquí y no haber visitado…., manda narices!!” “no ves el resto de viajeros como ya han visitado….”. Finalmente vomité y escupí todo el ego viajero y me dejé llevar.

Me dejé llevar por el fluir fácil
del viaje confiando que el propio viaje me dará las experiencias que necesito. Comencé a confiar en la sencillez de esta vida.
Y comencé a valorar otras realidades que me llenaban mucho más. Y esta nueva forma de viajar está llena de darme cuentas.

Me he dado cuenta de que transito mucho más cómodo, ligero y con mayor sensación de libertad cuando mi mochila está también ligera. Ligera de bienes materiales y mentales. Mi mochila me sirve cuando tiene huecos, cuando está algo vacía.

Me he dado cuenta de que todas las personas en nuestra esencia somos lo mismo. Somos gente maravillosa, genial, capaz de cualquier cosa.

Me he dado cuenta de que todos queremos un espacio de libertad para ser nosotros mismos, para manifestarnos
tal y como somos, ser aceptados. Y en este espacio soltamos lo mejor de nosotros.

Me he dado cuenta que lo importante es estar conectado a valores eternos, duraderos que tenemos todas las personas: el AMOR, el perdón, la compasión, la escucha, la alegría, la confianza. Valores que siempre tengo y que yo elijo utilizarlos o no. Por eso yo creo mi vida, yo elijo lo que me pasa.

Y así comencé a hacer cosas raras. Pasaban
los días y no era muy consciente a qué me dedicaba.

Muchas noches al acabar el día me decía la mente que qué es lo que había hecho hoy. De un soplido me reía de sus pensamientos, como si tuviera que rendir cuentas viajeras.
Y así pasaba los días, jugando con la vida, con el viaje.

Uno de esos valores que tenemos todos es la alegría por la vida. Y la forma de manifestarla de forma física es silbando, saltando, bailando, corriendo, abrazando y, sobre
todo, sonriendo.
Así decidí dedicar parte, gran parte de mis viajes y ahora incluso dentro también de mi vida diaria, a CAZAR SONRISAS.
Me sienta bien, soy más feliz y me sirve para estar más a gusto conmigo mismo.
Cuando elijo ser alegre, cuando elijo sonreír, cuando elijo confiar en la sonrisa del resto de personas es una manifestación de que también me quiero y me acepto a mí mismo, que es para lo que estoy aquí.

Recojo sonrisas de las que guardo un especial recuerdo por la intrahistoria que conllevan. Por la situación en que
se produjeron. Porque son simples, sin más. Porque las recordaré siempre. Porque me da la gana.

Ahora mismo voy a sonreír ¿me acompañas?

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